Mama Koala

Cuando me quedé embarazada tenía claro que quería llegar fisicamente activa siempre que no hubiera ningún contratiempo.

Los deportes que suelen recomendar son la natación, pilates y el yoga principalmente. Nadar lo tenía descartado, no me apetecía en absoluto estar en otoño e invierno yendo a la piscina. El yoga nunca lo había probado, pero me atraía.

Estuve preguntando por el yoga prenatal y encontré unas clases cerquita de casa y decidí probar. Los deportes que siempre me habían atraído y había practicado eran totalmente diferentes, me apasiona correr, las pesas, todo lo que tenga que ver con el baile… No os podéis ni imaginar hasta que punto mi elasticidad era igual a cero, un palo era más flexible.

Me acerqué a probar con muchas ganas y algo de vergüenza porque sabía que se me iba a dar fatal, pero me gustan los retos.

El primer día me encontré con un grupo de futuras mamis, cada una con un tamaño de barriga diferente, unas apunto de dar a luz, otras a mitad… Justo ese día se acercó una de las mamis que había pertenecido al grupo que había dado a luz hacía unos días. La sintonía entre ellas era especial, fluía un buen rollo increíble, complicidad.

La profesora de yoga fue lo que me terminó de cautivar, una chica dulce, muy dulce,,, con una apariencia que me llegó a resultar casi etérea, pendiente de mí y de que, a pesar de ser torpe torpísima, me sintiera bien.

Poco a poco me fui sintiendo cada vez más flexible, no tenía ni tuve un solo dolor de espalda en el embarazo… En mi caso el avance fue muy significativo porque llegué muy, muy rígida. Conseguí hacer cosas con mi barrigota que nunca me hubiera imaginado. Hasta la semana 40 estuve yendo.

Físicamente es muy completo, pero el lado mental también fue incluso mas importante. Aprendí a respirar, que se dice pronto, pero fue la parte más complicada los primeros días. Eso lo llevé a mi vida diaria y por supuesto, al parto, con las contracciones el poder relajarme y dejarme llevar y sentir que yo llevaba el «control» de ese dolor y no al revés fue básico para poder conectar con mi niña y conmigo misma.

Violeta nos enseñó posturas para poder realizar en el trabajo de parto y vaya si aliviaban!! También para los días y semanas previas cuando estás con los pódromos. Nos escuchaba, nos aconsejaba porque ella lo había vivido hacía apenas 3 años en un fantástico parto natural. Entre nosotras se formó una amistad, avanzábamos las semanas y se iban sucediendo los partos y las nuevas incorporaciones de mamis que recién estrenaban barriguita.

Sentirte arropada en esos meses, sentir que tu cuerpo esta fuerte y que te vez capaz de enfrentarte psíquica y fisicamente al parto, hacer amistades, recibir y poder dar consejos… llegar al noveno mes con una enooooorme barriga y poder atarte los zapatos sin ninguna dificultad porque estas flexible jajaja

Agradezco infinito poder encontrarme con mi «profe» Violeta, no sabe ella cuanto. Abrió pequeñas ventanas de mi misma, superarme pese a mi dificultad,….

Para las mamás que vivan en Málaga, no dejaría pasar la oportunidad de probar sus clases, os van a enamorar… las clases y ella misma.

Fuente: Mamá Koala


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